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MONEDA FALSA

Mitre

"Amor de patria que no se acuña en el oro de la verdad, es moneda falsa de patriotismo" (Roquette Pintos, historiador brasileño)

Las causas de la Guerra del Paraguay, o de “la Triple Alianza”, estaban en la necesidad y conveniencia de Inglaterra de tomar las tierras algodoneras y destruir a Paraguay como país industrial, independiente y proteccionista, que ya para esa época contaba con fabrica de armas, flota mercante, vapores, ferrocarril y telégrafo y nunca pidió un empréstito.

También es comprobado y documentado que Inglaterra participó en la confección del tratado secreto de la “Triple Alianza” mucho tiempo antes de las acciones de guerra. La finalidad del tratado en sí era la “destrucción” del Paraguay, que incluso figuraba en cláusulas reservadas del tratado. El tratado mismo se mantuvo en secreto para evitar un escándalo americano, y la propia Inglaterra lo dio a conocer a propósito para forzar a Brasil a iniciar acciones, ya ésta que no se decidía.

Mitre fingió permanentemente ser “neutral” a pesar de todas las pruebas, tratados, agresión a Uruguay con el apoyo Venancio Flores (el degollador da Cañada de Gómez), intrigas, aportes de material de guerra desde la rada de Buenos Aires para el asalto a Paysandú y hasta permitió el acopio de carbón en corrientes para la flota brasilera, aún antes de que hubiera ninguna acción de guerra ni estuviera declarada.

Aún fingiendo “neutralidad” permitió a la flota usar las aguas neutrales argentinas para la flota brasilera y hasta el territorio para tránsito de tropas brasileras, cosa que le negó a Paraguay a pesar del formal pedido. Ya antes Argentina había facilitado el tránsito por sus aguas cuando la agresión brasilera anterior a Paraguay, y también lo había hecho con Norteamérica, pero se lo negaba a Solano López para su defensa ante la agresión Brasilera.

Obras de Leonardo Castagnino También negó estar enterado de la declaración de guerra, cuando todo el mundo lo sabía: el representante ingles, Elizalde y hasta la prensa de Bs.As. y Montevideo, y la documentación posterior lo probó fehacientemente.

Durante bastante tiempo antes de la guerra, la prensa mitrista, incluido Sarmiento, empezó a fogonear contra “El dictador Solano López” mientras el sátrapa de Mitre se hacía el “neutral”. El mismo Urquiza fingió ser aliado de Solano, para luego darse vuelta y pasar por el banco de Londres a cobrar por mantenerse neutral, como un vulgar chantajista.

Como Paraguay no tomaba ninguna acción de guerra, la prensa mitrista empezó a provocarlo para que lo hiciera y aparecer como país agresor, y cuando Paraguay declara la guerra, Mitre se hace el estúpido que no sabe nada, hasta que Paraguay toma corrientes y los acopios de carbón para la flota brasilera, entonces el cipayo y tragicómico Mitre, ofendido, pone “el grito en el cielo” invocando un sentimiento nacional y patriótico que nunca tuvo.

“El gran comediante de la neutralidad” y “El hombre de las coartadas”, según Juan E. O’Leary (El Centauro de Ybycui, página 66, París (1929)

Mitre, que “tardó” tanto tiempo en enterarse de la “declaración” de guerra que hasta la prensa publicaba, en solo tres días se entera de la toma por parte de Paraguay de los barcos argentinos estacionados en Corrientes, ocurrido los días 13 y 14 de abril de 1865. El día 16 lanza una proclama:

“Provocado a la lucha, sin haberla buscado – decía Mitre – después de haber hecho cuanto decorosamente podía y debía hacer para evitarla, guardando la neutralidad que era la regla de nuestra política, contestaremos la guerra con la guerra, y la haremos con toda energía y con todo el poder que corresponde a los gloriosos antecedentes de la Nación Argentina, deslealmente vulnerada en su honor y atacada en su seguridad”.

Alberdi en cambio, escribe: “Dícese que la guerra fue declarada al Paraguay, después que éste la provocó por un insulto. Es el sofisma de estilo. La guerra estaba hecha y constituida antes de ser declarada”.(7)

Si Elizalde no procedió con mayor desenfado y rapidez, no fue por falta de voluntad, sino porque lo paralizaba un tanto el temor de un levantamiento interno de los federales.

En carta particular a Sarmiento, se lo decía: “Hicimos cuanto pudimos para evitar la guerra con el Paraguay, pues creíamos que el partido enemigo interno volvería a levantarse y unirse al Paraguay” (1). No era la cautela un método de política nacional, sino táctica del miedo.

La conjuración de la que Mitre y Elizalde eran las cabezas directoras, estaba perfectamente urdida y se le venía desplegando desde muchos meses atrás. La prensa liberal, y muy especialmente La Nación Argentina, nos ofrecen un impresionante itinerario. Por ejemplo, cuando se produjo la invasión brasileña del territorio oriental, los elencos liberales porteños esperaban ansiosamente la noticia de que el Paraguay, cumpliendo su promesa, se lanzaba a la guerra contra el Imperio. La información demoraba y el mitrismo empezó a dar señales de impaciencia. Se sentía defraudado. Atisbaba, comentaba e incitaba: “El Brasil ha pasado sus fuerzas al Estado Oriental –escribía el vocero de Mitre–… El Paraguay tiene su amenaza pendiente ante el Brasil y la espada sacada a medias de la vaina… El Brasil ha pisado el territorio Oriental y el campeón del equilibrio americano no resuelve aún restablecerlo acabando de desenfundar su espada y arrojándola a unos de los platillos de la balanza”(2).

El plan de los complotados contra el Paraguay quedaría frustrado si no se lograra la apariencia de que el gobierno paraguayo era el agresor. Por eso se le menospreciaba e insultaba, llegándose a la mofa de reconocer que el ridículo en que quedaba era un medida de cordura, que el mitrismo comprendía y aplaudía. En la edición del 27 de octubre, dijo el mencionado órgano de intriga: “Después de la amenaza del Paraguay, no decir éste nada ni tomar medida alguna, es prueba evidente de que retrocede, de que se queda en su casa y no desenvaina la tizona para atajar el paso al Brasil. El gobierno paraguayo se deja por lo visto de equilibrios y, aunque queda suficientemente en ridículo, obra a nuestro modo de ver con cordura”(3).

Todo esto se observaba y valorizaba en el Paraguay. Pero la mesura del órgano oficial del Gobierno, contrastaba con la bajeza de la prensa porteña. Una vez más los “bárbaros” daban lecciones a la “civilización”. El Semanario comentaba “Se medita, con los insultos diarios al Paraguay y su Gobierno, irritados a tal extremo que comentan actos capaces de trabar un pronto y serio conflicto con la Confederación misma, no se diga con el Brasil. A eso se dirige la tarea de esa prensa descarriada de Buenos Aires: quiere que cuanto antes estalle la guerra, hasta con la República Argentina”(4).

Esta mesura del periódico oficial paraguayo, no enmendaba la plana de los campeones del belicismo porteño. El vocero mitrista, por el contrario, intensificaba su repertorio de calumnias e imposturas. Agotaba los calificativos más soeces para referirse a la persona de un gobernante a quien la Confederación Argentina le debía haberse zafado de los males de la guerra civil, y haber echado las bases de su unidad nacional. Bajo del título de El Atila americano publicaba un suelto en el que decía: “El gran peligro para la República Argentina está en la preponderancia militar del dictador paraguayo, que aspira a ser el Atila de Sud América… Hoy inclinarse al Paraguay no es sólo defeccionar la causa de la civilización y del derecho de los pueblos oprimidos: es traicionar a la República Argentina… Los gobiernos regulares y civilizados tienen que ponerse de acuerdo para contrarrestar al nuevo Atila que amenaza con la irrupción de la barbarie a los pueblos del Río de la Plata”(5). No puede imaginarse un empecinamiento más feroz; ni mayor subversión del concepto, al punto de presentar como traición a la Argentina aquello que era, justamente, la defensa del interés nacional y de una honrosa tradición histórica, por estos adalides de la causa brasileña traicionada.

Estas son las realidades y no la falsa literatura que levantó una montaña de improperios y calumnias para ocultar la responsabilidad directa, persistente y criminal del mitrismo en la guerra de exterminio desatada contra el Paraguay. Las pruebas son abrumadoras y ya hoy día resulta deshonesto, cuando no ridículo, repetir las malvadas adulteraciones con que los responsables trataron de encubrir su estulticia y ruindad. La guerra contra el Paraguay –esa guerra fríamente concebida y brutalmente desarrollada– fue la inspiración, estructuración y ejecución del genio de Mitre, en virtud de los compromisos secretos y sectarios que a ello lo obligaban. Algunos autores, como el uruguayo Alberto Palomeque, que ofician en su altar y reverencian su figura, no han podido menos que rendirse a una evidencia que es el juicio ya ilevantable de la historia. Refiriéndose a la negativa porteña de autorizar el paso de tropas paraguayas por territorio argentino, escribe: “Si el general Mitre no le concedía el derecho de pasar con fuerzas por el territorio argentino para luchar con el Brasil, no era virtud de lo que el derecho internacional ni la dignidad del país, aconsejarán, sino porque así lo imponían las conveniencias políticas y los sucesos, por más que el gobernante argentino haya dicho lo contrario en sus elucubraciones políticas. Concederlo, habría sido atacar a su aliado de hecho y ponerse del lado del Paraguay en contra del Brasil. A concederlo, el ataque a la dignidad argentina no habría existido. Más aún: el pueblo argentino habría contemplado con placer a los soldados paraguayos atravesando el territorio argentino para ir a combatir contra el Imperio, y una inmensa mayoría de ciudadanos se les habría unido a realizar la jornada. Este peligro lo vería evidente el general Mitre, comprometiéndose su política, y quizá hasta produciendo acontecimientos populares que dieran un resultado contraproducente al que él perseguía en esos momentos, como estadista. No eran pues, el derecho internacional ni el derecho de soberanía territorial los que se oponían, sino el interés político, las vinculaciones estrechas con el Brasil. Si así no hubiera sido, la República Argentina habría permitido ese pasaje(6).

Ese interés político (que era de Mitre, si acaso de su partido, pero no de la República) desató la guerra más horrorosa de que se tenga memoria en América. Y si en un momento consiguió amortiguar el impacto de sus responsabilidades mediante una meticulosa adulteración de los documentos, las investigaciones posteriores han puesto en relieve lo que entonces no se quiso disimular u ocultar. La desnuda verdad de los hechos hoy en día resplandece y se impone.


"Tres meses en Asunción" (cinco años)

Mitre era lector del Journal do Commercio, del que recibía inspiraciones. No es extraño, por lo tanto, que su arrebatadora oratoria se haya dejado impresionar por lo que este diario había escrito. En efecto; al iniciarse el conflicto con el Paraguay había vaticinado que el imperio tendría a su lado a la Confederación Argentina y a “una parte importante del Estado Oriental que representa el principio liberal”; es decir, no se trataba del mandato de un hombre o de una nación determinada, sino de una ideologíaia. El Journal agregaba: “Preparémonos para hacer una guerra rápida y decisiva...Una orden concisa del gobierno imperial y Humaitá desaparecerá en un momento...y luego en la misma Asunción vamos a imponer las condiciones de paz” (8) Mitre no era un plagiario; pero ¿ por que iba as ser menos que los brasileros?

La fidelidad de la promesa de Mitre no puede ser discutida ; él mismo reprodujo sus términos en la polémica de 1869. Dice allí que al reclamo del pueblo, salió a la puerta de su casa y pronunció las siguientes palabras: “Mis amigos: ha llegado el momento de obrar y no de gritar. Ya sabemos que todos estamos dispuestos a combatir por nuestra patria. Ahora, a ocupar cada cual su puesto de combate, y sea la orden del día: en quince días al cuartel, en un mes a campaña, en tres meses a la Asunción” (9)(cinco años más tarde, todavía seguían desangrándose en los esteros de Paraguay)

Evocando ese momento, el gran poeta argentino, don Carlos Guido y Spano, dijo: “La multitud esperaba jadeante de emoción. Mas ¡ Ay ¡ la musa clorótica agotada sin duda, por los excesos de una existencia estrafalaria, es en vano invocada por el orador, quien viéndose en apuros, plagia una proclama de Nelson, prometiendo que en tres meses extraía en al Asunción, sin advertir que es más fácil leer las hazañas del dictador romano que imitarlas”.(10)

(Bibliografía: Atilio García Mellid. “Proceso a los falsificadores de la historia del Paraguay”. Tomo II pag. 91 y sig.)

CITAS:

(1) Elizalde al coronel Domingo Faustino Sarmiento, ministro argentino en los Estados Unidos. Buenos Aires, 11 de octubre de 1865. Cfr. Rebaudi, op. Cit., pág 231(374)
(2) La Nación Argentina; 6 de octubre de 1864
(3) La Nación Argentina; 27 de octubre de 1864
(4) El Semanario; 15 de noviembre de 1864
(5) La Nación Argentina; 8 de diciembre de 1864
(6) Palomeque, Conferencias históricas, pág 114 (331)
(7) A.García Mellid. Proceso a los falsificadores de la Historia de la Guerra del Paraguay. t.II.p108 / p. 113
(8) Journal do Commercio, Río de Janeiro, 5 de oct. de 1864
(9) Mitre a Gómez. La Nación Argentina. 17 de diciembre de 1869. Repr. Polémicas de la Triple Alianza, pag. 113
(10) Carlos Guido Spano. El gobierno y la Alianza. Benites, Anmales, I, p.184

Mitre fue un héroe de papel, un político canalla, un genocida, un militar fracasado y un falsificador histórico. Por suerte sus mentiras tenían la cola larga y las patas cortas, y la verdad se va conociendo y divulgando.

Fuente: www.lagazeta.com.ar

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