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EL NUEVO SISTEMA
                          
D.F.Sarmiento

(01) Los Remington.
(02) La "carnicería" de Don Gonzalo
(03) La pena capital sin juico previo
(04) Bibliografía.
(05) Artículos relacionados.


Los Remington

En el año 1873, durante la rebelión jordanista, Ayala y Viejobueno del ejercito Nacional "porteño", siguen concentrando armas y caballadas en Nogoyá pero no pueden dar con el caudillo entrerriano Ricardo López Jordán, que se mueve hábilmente con sus tropas. Por esos días, recordará años después Fotheringham:

“El enemigo bien montado, como a entrerrianos corresponde, formaba un ejército revoloteador: estaba aquí, allí, en todas partes, y buscándolo no se hallaba en ninguna” (Ignacio H. Fotheringham. La vida de un soldado o reminiscencias de la frontera. Buenos Aires 1908) Pero el ejército contaba con un arma que pesaría fuerte sobre las caballerías y las tropas jordanistas mal armadas, muchas veces faltos de fusiles y con lanzas y sables: “En el Paraná nos dieron fusiles Remington – dice Fotheringham – que por primera vez iban a ser ensayados en una guerra de hermanos. Con semejante arma el éxito estaba asegurado”

Para ver el contraste en el modo de actuar entre los “civilizados” de “levita” y las tropas jordanistas que supuestamente representaban “la barbarie” de los de “chiripa”, baste recordar que López Jordán no aprobó el procedimiento propuesto por el coronel Gallo en el combate de Santa Rosa, por no ajustarse a “las leyes de la guerra”, y también se negó a usar las balas explosivas que le regalaron los oficiales franceses Collins y De Fries, incorporados al ejército jordanista en junio de 1873; en efecto, dichas balas fueron probadas en una cabeza de vaca por el coronel Agustín Martínez, y al ver López Jordán los efectos destructivos de las mismas, se limitó a expresar: “Yo nunca haría uso de semejantes proyectiles, porque lo que debe buscarse en la guerra es inutilizar al enemigo, no destruirlo” (La política. Buenos Aires, 20 de noviembre de 1874) Como hemos visto y como veremos luego, los “civilizados” no compartían las opiniones, los pruritos ni los procedimientos de los federales.

En la segunda quincena de noviembre, Sarmiento se traslada a Paraná, llevando algunas ametralladoras de media tonelada, que prueban disparando contra la pared de un colegio. Gainza decide dar inmediata movilización contra López Jordán y marcha hacia Gualeguay, pero Ayala le avisa que la vanguardia jordanista se encuentra el La Paz. El 21 de noviembre, desde Nogoyá, Ayala le da aviso a Gainza mediante telegrama: “Ametralladoras salieron hoy temprano con una escolta de cuarenta hombres de infantería y caballería. Lo saluda y deseándolo felicidad. Juan Ayala”


La "carnicería" de Don Gonzalo

El 8 de diciembre de 1873 recibe López Jordán un parte que le anuncia la derrota de Carmelo Campos en el Talita, y decide vadear el arroyo Don Gonzalo, que según testimonio de Fotheringham en esa época estaba desbordado.

“En el acto de tener conocimiento del desastre sufrido por el general Campos – relata López Jordán – traté de efectuar el pasaje del arroyo Don Gonzalo, y lo emprendí luchando dificultades incalculables, empleando en él lo que faltaba de la tarde y toda la noche” (Aníbal S. Vázquez. José Hernández en los entreveros jordanistas. Paraná, 1953)

El día 9 de diciembre de 1873 se entabla la batalla de Don Gonzalo. Los “nacionales” lanzan el primer ataque a las cuatro y media de la tarde, resistido durante dos horas y media, que obligan a Gainza a replegarse sobre sus batallones de infantería. Pero no alcanzarían las lanzas, las bayonetas y el coraje entrerriano para resistir la artillería “prusiana” y los fusiles del “nuevo sistema”: “Cuatro pequeños batallones - relata López Jordán – estaban sufriendo el fuego nutrido y mortífero de cuatro grandes batallones de línea enemigos, armados de rico armamento de ´nuevo sistema´ y arrojándonos millares de balas explosivas” (Aníbal S. Vázquez. José Hernández en los entreveros jordanistas. Paraná, 1953) Eran las mismas “balas explosivas” que el caudillo entrerriano se negaba a usar para “no destruir” al enemigo.

Y hablando de “no destruir” al enemigo, veremos ahora que pensaban y actuaban al respecto los “civilizados de Levita”: "El Teniente Saturnino E. García, que peleó en Don Gonzalo, afirma que el coronel Juan Ayala ordenó después de la batalla ´fusilamientos sobre el tambor´ y numerosas muertes a lanzazos, de tal modo que las bajas jordanistas aumentaron considerablemente después de la batalla. (Avelino J. Benítez. Perfiles de una vida. Buenos Aires. 1948)

¡Linda manera de actuar de los señores liberales!...El entrerriano Domingo Tarragona, le hace cargo a Ayala en carta abierta a Sarmiento fechada en el distrito Alarcón de Gualeguaychú, el 10 de diciembre de 1878:

“Los sucesos de San Juan concluyeron con Cepeda y Pavón, sin otro recuerdo que aquel célebre parte del general Sáa dando cuenta de las numerosas víctimas que había hecho “a lanza seca” mientras que los de 1870 y 73 dejaron cubierto el suelo entrerriano de sangre humana, cuyo olor mortífero aún tiene oprimido nuestros pulmones, y órdenes en que está patente el deseo de venganza, como aquellas sus cartas a gobernador Gelabert de Corrientes para fusilar y matar sin forma de juicio a todos los que fuesen jordanistas, y que Gelabert en un momento lúcido parece que tuvo hasta la repugnancia de ejecutar; los proyectos sangrientos y crueles que rechazó el Senado, ofreciendo primas que debían pagarse con los ahorros del pueblo, por las cabezas de López Jordán, los Querencios, etcétera, y los fusilamientos, sin forma de juicio, que quizá obedeciendo sus órdenes, ejecutó con bárbara impiedad y sangre fría el general Ayala, festejado la victoria y carnicería de “Don Gonzalo” en 1873” (Archivo del Dr. Carlos M. Querencio)


La pena capital sin juicio

El 25 de noviembre López Jordán vadea nuevamente el río Uruguay por al barra de Pos Pos y pisa nuevamente suelo entrerriano con unos 40 jefes y oficiales, entre ellos su hijo Ramón López, Desiderio Olivera, Nico Coronel, Robustiano Vera y Claro Palacios.

Los jordanistas distribuyen tres vibrantes proclamas, entre ellas la de López Jordán que dice entre otras cosas:

“Los proscriptos que escaparon de la carnicería de Don Gonzalo, al acogerse al indulto bajo la fe de la autoridad nacional era para ser víctimas, en sus intereses y en sus vidas, de la venganza rencorosa e insaciable del Dr. Febre, cuyo despotismo y rapacidad viene esparciendo el escándalo en todos los ámbitos de la República” (El Nacional, 29 de noviembre de 1876. También en “El pueblo porteño, Buenos Aires, 30 de noviembre de 1876. Colección Museo Mitre)

El entonces presidente Avellaneda decreta el estado de sitio en las tres provincias (Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes) aprovechando la volada para encarcelar a opositores y molestos. El 27 de noviembre un puñado de jordanistas, entre los que se cuenta el celebre matrero Calandria, atacan el pueblo de Gualeguay, pero la audacia no puede suplir falta de armamento.

Mientras tanto el caudillo se dirige rumbo a Tala y Nogoyá logrando burlar la vigilancia y alistando unos 500 hombres, y con esas fuerzas pobremente armadas se dirige al norte de la provincia, llegando a Alcaracito la primera semana de diciembre, donde los sorprende la división del general Juan Ayala, derrotando a las últimas lanzas federales.

Los derrotados se dispersan buscando estancias de amigos en los pagos de Montiel, siendo algunos capturados por Ayala, quien siguiendo la costumbre liberal “civilizada” y la suya propia, los pasa por las armas sin juicio previo.

Al teniente Cecilio Berón lo entrega su amigo Juan Ramírez mientras aquel dormía, y llevado a La Paz Ayala lo hace conducir hasta su campamento de Don Gonzalo y el 12 de diciembre lo hace fusilar sin consejo de guerra, junto a Agustín Viana. Según sumario que se instruyó en La Paz con motivo de este fusilamiento, surgió que Ayala estuvo predispuesto contra Cecilio Berón “por una derrota que sufrió en Hernandarias en al cual el finado tuvo la generosidad de dejarlo escapar siendo la fuerza de Berón inferior a la de Ayala” (Angel Berón de Astrada. Casos concretos del general Juan Ayala. Buenos Aires 1888. Colección Biblioteca Nacional)

Unos años más tarde un diario de Buenos Aires nos brinda nuevos detalles del proceder civilizado de estos hombres del ejército liberal:

“El coronel Berón fue capturado después de Alcaracito. No era un prisionero ni se encontraba con las armas en al mano. Estaba enfermo y fue delatado. Conducido a presencia del general Ayala con una barra de grillos a los pies y los brazos atados por la espalda, fue mandado fusilar inmediatamente. No hubo defensa ni proceso. El coronel Verón pidió algunos momentos para despedirse de su esposa, y no le fue permitido este último consuelo. La esposa concurrió con sus pequeños hijos al lugar de la catástrofe y reclamó el cadáver. El verdugo disputó aquellos tristes restos. “Mejor es que se lo coman los perros y los caranchos”, fue su respuesta.” (La Patria Argentina. Buenos Aires, 26 de enero de 1879)

El capitán Casco, acusado de jordanista, estaba preso en un cuartel de Paraná, y pocos días después del fusilamiento de Berón, es reclamado por una partida enviada por Ayala, que hace entregar al preso, para ser degollado a poca distancia del cuartel. (Idem, 23 de enero de 1879)

Parece mentira como ciertos “historiadores” ágiles y estrictos para juzgar ciertos hechos, ignoren u oculten hechos como éstos, y aun salidos a la luz, traten de disimularlos y justificarlos.

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Fuentes:

- Chávez, Fermín. Vida y muerte de López Jordán. Edit. Theoría
- Igancio H. Fotheringham. “La vida de un Soldado o Reminiscencias de las Fronteras”.Bs.As.1908

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- Lopez Jordán (La rebelión jordanista)
- La toma de Paysndú El "espectáculo infame"
- Combate de Yuquerí
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- Batalla de Santa Rosa
- Las vísperas de Caseros

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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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