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BATALLA DE PIRIBEBUY - 12 de Agosto de 1869
                        

Guerra del Paraguay.


Guerra de la Triple Alianza. Llegado a Pirayú el 25 de Mayo, recién a fines de Julio, luego de dos meses de meditación, el Conde D'Eu, Príncipe Gastón María de Orleans, yerno del Emperador Pedro II, a cargo de las tropas aliadas, tomó la determinación de ir contra el Mariscal Francisco Solano López. Parecía dispuesto a realizar un avance frontal, tan difícil como audaz.

La presencia próxima del caudillo paraguayo, gravitando sobre su ánimo, le indujo después a pensar en operaciones menos arriesgadas. Y quedó convenido un movimiento envolvente, que amenazara la retaguardia de los paraguayos.

Por eso, el Conde D’Eu operaría sobre la izquierda de su oponente, a la cabeza de una poderosa columna que, haciendo un gran rodeo, iría por Paraguarí, Sapucay, Valenzuela e Itacurubí sobre Piribebuy y Ascurra. Los generales Emilio Mitre y José Antonio da Silva Guimaraes operarían al mismo tiempo sobre la derecha de los paraguayos, por los pasos de Altos y Atyrá, para salir en Tobatí y cortarles la retirada.

En Pirayú quedarían las fuerzas necesarias para amenazar el frente paraguayo y disimular el vasto movimiento proyectado.

El 28 de Julio se dio comienzo a la ejecución de este plan. Ese día partió por delante la vanguardia comandada por el general Juan Manuel Mena Barreto. En pos de ella avanzaron el mariscal Osorio, al frente del primer cuerpo del ejército imperial, el mariscal Polydoro da Fonseca Quintanilla Jordao, con el segundo cuerpo, y el Conde D’Eu con el resto de las tropas.

Eran más de 20.000 hombres de las tres armas, con poderosa artillería.



La plaza de Piribebuy estaba defendida por 1.600 hombres y doce cañones, a las órdenes del comandante Pedro Pablo Caballero.

El 10 de Agosto tomaron posición los aliados en torno del baluarte paraguayo, emplazando cincuenta y tres cañones en las alturas que lo dominaban. En todo el día siguiente continuó la reconcentración de las fuerzas aliadas y los preparativos del asalto.

Guerra del Paraguay  - Leonardo Castagnino La resistencia de los paraguayos fue tan tenaz como heroica. Los aliados varias veces rechazados, volvieron a la carga, hasta conseguir abrir una brecha en las trincheras, cuando las mujeres habían sustituido a los soldados paraguayos muertos y cargaban sus cañones, ya sin proyectiles, con frutas de coco, piedras, vidrios y arena.

La matanza fue espantosa. El cauce del arroyo Piribebuy quedó colmado de cadáveres.

El sangriento Conde de D’Eu vengó las pérdidas sufridas mandando degollar al comandante Caballero, al mayor Mariano López y a numerosos prisioneros y heridos. Y para completar su horrenda barbarie, mandó incendiar el Hospital de Sangre “manteniendo en su interior los enfermos – en su mayoría jóvenes y niños. El hospital en llamas quedó cercado por las tropas brasilera que, cumpliendo las órdenes de ese loco príncipe, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas los enfermos que milagrosamente intentaban salir de la fogata. No se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese” (Juan José Chiavenato. Genocidio Americano. La guerra del Paraguay. Carlos Schauman Editor, Asunción, 1984).

Refiere el sargento mayor Hilario Amarilla, ex jefe de la artillería en Piribebuy, que a eso de medio día del 12 de Agosto de 1869, momentos después de la toma de la plaza, se presentó un oficial paraguayo ante el conde d'Eu. Dicho oficial era de arrogante presencia, joven esbelto, rubio y de maneras correctas. El conde le interrogó, y como le informara con conocimiento de los sucesos del bombardeo y asalto que acababan de consumarse, siguió conversando con él. En circunstancia que el desconocido oficial le comunicaba que el hospital militar repleto de heridos estaba ardiendo, y se hacía necesario hacer retirar a los enfermos para que no perecieran quemados, llega un jefe brasilero y da parte al generalísimo imperial, de que el comandante de la plaza, Caballero, no era habido ni entre los vivos ni entre los muertos. Al oír esto el militar paraguayo dijo: "El comandante Caballero, jefe de la plaza, soy yo", y el príncipe Gastón de Orléans le volvió la espalda. Fue inmediatamente llevado de allí y pasado por las armas. (Testimonios de La Guerra Grande, t.II, p.103)

Así se inició la última campaña de la guerra, la llamada “Campaña de las Cordilleras”, fecunda en notas pavorosas, en la que el Conde D’Eu no se cansó de llenar de oprobio la bandera confiada a sus manos mercenarias.

Ese mismo día pudieron caer los aliados sobre Escurra o pudieron ocupar Caacupé. Para esto solo necesitaban recorrer un camino de cuatro leguas. Pero el vencedor se contentó con su precario triunfo y no supo sacar partido del éxito alcanzado. Y aquella inexplicable indecisión determinó el fracaso de todo el plan de operaciones.

Fuentes:

- Castagnino Leonardo Guerra del Paraguay. La Triple Alianza contra los paises del Plata
- Chiavenatto Juilio José. Genocidio Americáno: A Guerra do Paraguai.-Sao Paulo
- José María Rosa . La Guerra del Paraguay y las Montoneras argentinas.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

                        

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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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