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MANUEL TRUJILLO
                          


Vapor artillado "Paraguarí".    
Vapor Paraguarí


(01) Reseña biográfica
(02) Combate de Espinillo
(03) La bandera de Angostura
(04) El legado de Manuel
(05) Artículos Relacionados
(06) Fuentes.

Reseña biográfica

Nació en Asunción en 1848 y falleció en 1945.

Al iniciarse la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, Manuel Trujillo prestaba servicios en el Arsenal y Astillero de Asunción. Ingresó a la Marina alcanzando el grado de Teniente. Intervino en el abordaje a los buques argentinos en Corrientes, en la batalla naval de Riachuelo. Entre otra acciones estuvo en las de Timbó y Angostura.

A los 65 años escribió “Gestas Guerreras”, publicadas en 1911. Un interesante relato de episodios de la guerra. Al inicio del relato mismo, dice:

“He vivido ya más de medio siglo siempre pobre pero siempre honrado, y estoy convencido que el hombre honrado que sobre el yunque del trabajo diario gana pan, rara vez se enriquece.
Pero tengo un orgullo, y es que mi espíritu ha sabido sobreponerse a las ambiciones mundanales sin haber llegado jamás a postrarme ante los que se han enseñoreado en el poder, ni ante nadie. Lego a mis hijos un apellido sin mácula, política, social y comercialmente.”


Guerra del Paraguay  - Leonardo Castagnino Combate de Espinillo (21 de marzo de 1868)

En sus “Gestas Guerreras”, nos da testimonio de este combate:

“Hacía ya días en que para el enemigo las trincheras de Espinillo no daban señales de vida. Había un silencio sepulcral. Las baterías estaban cubiertas con cueros. Todo aparentaba un lugar abandonado. Sin embargo, estábamos día y noche a la expectativa, con los cañones cargados prontos a hacer fuego. De día nadie aparecía sobre la explanada y las noches aprovechábamos en descargar y limpiar cañones, en remover y cubrirlos.

Frente a las trincheras, un campo abierto tapizado de verde presentaba un cuadro verdaderamente hermoso y encantador, apareciendo a la vista del enemigo allá a lo lejos, en el fondo, los formidables parapetos muros y al parecer en completo abandono.

Mas ese campo hermoso tapizado de verde estaba completamente sembrado de fosos de lobo, fosos que habíamos cavado con más de medio metro de profundidad y que hemos vuelto a cubrir cuidadosamente con gramilla.

Era el 21 de marzo de 1868. El sol aparecía en el horizonte y el enemigo se acercaba a nuestra posición. La caballería enemiga, apenas alcanzó los fosos de lobo, empezó a rodar por tierra caballos y jinetes en terrible conjunción. Era el momento que se esperaba. Nuestro plan íbamos a verlo cumplido. Los cañones de todas las baterías entraron en acción y la matanza se hizo rápida, general y terrible.

Seguían avanzando, y con los que avanzaban concluíamos. Nuestro campo quedó cubierto de cadáveres de la vanguardia enemiga y el resto de las fuerzas púsose en precipitada fuga y en completo desorden.

Allí cesamos el fuego para dar paso a la caballería e infantería nuestra, que salieron en persecución de las fuerzas fugitivas fusilándolas por la espalda. ¡Un laurel mas hemos ganado a la Patria!


La bandera de Angostura (30 diciembre de 1868)

Mientras el Mariscal López se retiraba, todavía resistía el baluarte de Angostura sostenida por tres jefes, 50 oficiales y 320 soldados, casi todos artilleros. En Angostura se reunieron tras la caída de Pikycyry, algunos jefes, unos 3.000 hombres y 500 mujeres. Totalmente sitiados y acosados por el hambre, intentaron algún golpe de mano sobre el abasto enemigo.

El 28 de diciembre reciben una intimación a rendirse sin condiciones. La nota argumentaba que el ejercito había sido totalmente destruido y que la guerra estaba prácticamente terminada, y que la única resistencia era Angostura, agregando que la rendición sería un acto humanitario para atender a los heridos paraguayos y brasileros que podrían ser embarcados desde Angostura hacia Asunción.

Manuel Trujillo, marino artillero paraguayo que estaba en servicio en Angostura, relata en sus “Gestas guerreras”, que recibida la intimación, se reunieron jefes y oficiales donde se dio lectura a la nota y “Un grito al unísono resonó en aquel instante, un grito ensordecedor de las tropas: ¿Rendirnos?...Jamás. Recordemos a los heridos en Yatay y Corumbá, que después de haber entregado sus armas fueron hechos prisioneros y degollaos en su mayor parte”

La intimación fue rechazada contestando por intermedio de los mismos parlamentarios que las comunicaciones debían dirigirse al Cuartel General.

También se aproxima un acorazado brasileño enarbolando bandera blanca, haciendo caso omiso a las señas de los sitiados para que se detuviera, haciéndolo recién luego de ser hostilizado por la artillería. Este hecho dio lugar a una formal queja ante Caxias por abuso de la bandera de parlamento, quien prometió averiguar el hecho y sancionar al responsable, aprovechado a su vez la oportunidad para pedir la rendición, haciéndole saber a los sitiados que la guerra estaba concluida y el propio López aniquilado.

Ante las noticias y la angustiosa situación, los sitiados consideran inútil la resistencia, y el día 30 comunican a los Aliados la decisión de evacuar la guarnición, a condición de hacerlo bajo los honores de guerra, conservando los jefes y oficiales sus espadas y rangos. Las condiciones fueron aceptadas de inmediato y al mediodía cayó Angostura en manos de los Aliados.

Las tropas no querían rendirse y hasta se temió un sublevación, según el relata Manuel Trujillo. Algunos jefes paraguayos tampoco estuvieron de acuerdo con la rendición, entre ellos los tenientes Blas Fleitas y José Urdapilleta. El primero abandonó la trinchera a media noche y cruzando las filas enemigas espada en mano, llegó hasta Cerro León. Urdapilleta, ante la impotencia y desesperación, arreó la bandera paraguaya y envolviendo con ella una bala de cañón, la arroja al río para que no cayera en manos del enemigo.


El legado de Manuel Trujillo

Las tropas paraguayas desalojan Angostura, que inmediatamente ocupan los brasileños, y se dirigen a Lomas Valentinas a deponer las armas. El mismo Manuel Trujillo en sus citadas “Gesta Guereras” relata:

“La llegada a Lomas Valentinas, el acto de la deposición de las armas y la disolución de la fuerzas, testigos oculares me han relatado, porque debo hacer presente que yo me negué a marchar con ellos y conmigo resistiéronse también la mayor parte de los marinos.
No fui a Lomas Valentina porque no me sentí capaz de soportar tanta afrenta como humillación que se iba a consumar al pabellón de mi Patria.
Triste y con el alma acongojada bajé a la playa de Angostura sin una disposición tomada, ni rumbo fijo. Diviso que se acercaba una goleta que navegaba aguas arriba, llega al lugar donde estoy, y conseguí subir a bordo, continuando viaje hasta Asunción.
Desde que llegué me dediqué al comercio, como hasta hoy, no habiendo jamás aceptado puesto público alguno, ni menos me he inclinado ante nadie para pedirlo.
Vivo de mi trabajo honrado, sin otra ambiciones que la tranquilidad y el bienestar de mi familia. Dedico a mis hijos esta pagina de mi historia.”


Fuentes:

- Testimonios de la Guerra Grande. Colección imaginación y memoria del Paraguay. t.II
- O´Leary, Juan. La guerra del Paraguay.
- Castagnino Leonardo. La guerra contra Paraguay. La hecatombe.
- La Gazeta Federal: www.lagazeta.com.ar

Artículos relacionados:

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- Francisco Solano López.
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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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