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BATALLA DE PARAGUARÍ - 19 de enero de 1811
                           Paraguarí

Paraguarí es un punto estratégico situado a 14 leguas de Asunción. Sobre su costado derecho corre el río Caañabé, afluente del Paraná y a su izquierda una serie de pantanos prácticamente imposibles de vadear, lo que hacen de Paraguarí paso casi obligado.

En este punto se estaciona el ejército paraguayo, comandado por el gobernador Velazco y secundado por el mayor Juan de la Cuesta, con 7.000 hombres protegidos por piezas de artillería.

Gran parte de los pobladores se han retirado hacia el interior, llevando haciendas y caballadas, que dificultaban el abastecimiento de las tropas porteñas, que marchaban desde el 25 de diciembre de 1810. El 7 de enero de 1811 llegan a Tebicuarí, también despoblado, y en ese punto se produce una primera refriega contra un destacamento paraguayo, que abandona algunas armas y dos prisioneros, uno de ellos español que es fusilado en el acto, según instrucciones de la Junta.

El ejército de Belgrano sique su avance, vigilado por partidas paraguayas desde montes y lomadas.

El 15 de enero en cercanías del arroyo Ibañez, a dos leguas de Paraguarí, observan una avanzada paraguaya que se retira. El ejército cruza el arroyo y Belgrano se adelanta con su escolta y estado mayor, y desde el cerro Mbaé (Fantasma, en guaraní, aunque los realistas lo conocen por Cerro del Rombado) divisa al ejercito paraguayo en formación de combate. Sin referir a sus oficiales lo que observó, se retira con su escolta y ordena el acampe de su ejército: “Acamparemos en la margen izquierda del Ibañez”.

Esa noche, en su tienda de campaña le comenta a Mila de la Roca:

- Es menester convenir en que los enemigos son como moscas pero en la posición en que nos encontramos hallo que sería cometer un grande error emprender ninguna marcha retrógrada.

-Sin embargo, las fuerzas son muy desparejas
- observa Mila de la Roca -. Además, estando tan lejos de nuestra base de operaciones, en caso de haber un contraste las consecuencias pueden ser catastróficas.

- Más le digo a usted
–concluye Belgrano- que para nosotros no hay retirada, sin que primero tratemos de imponernos atacándolos, si es que ellos no nos atacan antes. Esos que hemos visto esta tarde no son en su mayor parte sino bultos; los más no han oído aún el silbido de una bala, y así es que yo cuento mucho con la fuerza moral que está a nuestro favor. Tengo mi resolución tomada, y sólo aguardo que llegue la división que ha quedado a retaguardia, para emprender el ataque.




Belgrano evaluaba equivocadamente a las tropas paraguayas; la mayoría formada por gente dispuesta a defender lo suyo, muchos de ellos fogueados en las luchas de las fronteras y en la defensa de Montevideo durante las invasiones inglesas. Eran los Yegros, los Iturbe, los Cavallero.

El 17 de enero de 1811, Belgrano ordena levantar un altar portátil en la cumbre del cerro, y el capellán del ejército oficia la misa observados por lo paraguayos. Belgrano buscaba un golpe de efecto sobre los paraguayos, mostrando que respetaban la religión.

A las dos de la mañana del 18 todo está preparado. En primer lugar, una división de 220 hombres y dos piezas de artillería, que tiene la misión de iniciar la ofensiva. La segunda división, integrada por 250 infantes y otras dos piezas de artillería, se coloca a retaguardia para apoyar a la primera. Ciento treinta hombres de caballería cubren los flancos. Belgrano, con 70 soldados de caballería y 2 piezas de artillería sostiene el campamento. Los peones de las carretas enarbolan palos, que a la distancia pueden confundirse con armas.

Paraguarí Por su parte, las tropas paraguayas tenían al centro las tropas regulares realistas comandadas por Pedro Gracia, a la derecha la división de Manuel Atanasio Cabañas, y a la izquierda la de Juan Manuel Gamarra.

A las tres de la mañana se inicia el avance, y una hora después suenan los primeros disparos. Al principiar la batalla, las tropas porteñas empujan el centro realista, que retrocede y se desbanda, abandonando 5 piezas de artillería. El gobernador Velazco lo explica de la siguiente manera:

"A pesar de la sorpresa que debió causar en nuestro ejército este movimiento inesperado de los enemigos, se les contestó con viveza y valor por la infantería y artillería de dicha división; sostuvo media hora el fuego, y ella hubiese derrotado a los insurgentes, si la primera impresión de la sorpresa no hubiera dispersarlo la mayor parte de las tropas de que se componía."

Velazco advierte el desastre y abandona apresuradamente el campo, rumbo a la población de Paraguarí. El mayor de la Cuesta y los principales jefes realistas huyen y el propio gobernador casi cae prisionero. Belgrano destaca entonces 120 hombres de caballería en persecución de los enemigos, que huyen hacia la iglesia de Paraguarí, pero los soldados expedicionarios creyéndose victoriosos, se dedican a saquear los equipajes del cuartel general.

La batalla parecía definirse a favor de las tropas porteñas, pero los criollos paraguayos reaccionan, golpean los flancos del enemigo con artillería y lo derrotan. Los soldados, sometidos a intenso fuego por el enemigo, quedan de pronto sin proyectiles. Belgrano les envía una pieza de artillería y un carro con municiones, protegidos por un destacamento de caballería. El grupo se acerca velozmente, pero los confunden con el enemigo: “¡Nos cortan!”, es el grito que se extiende por la filas del ejercito auxiliador.

Desde lo alto de su posición Belgrano advierte la confusión, y montando a caballo intenta contener la retirada, pero todo fue inútil. El desaliento ha minado a los oficiales. La tropas de Belgranousfren un saldo de 120 prisioneros, 10 muertos y 15 heridos mientras que los paraguayos registran 30 muertos y 16 prisioneros. Belgrano relata en su parte a la Junta:

“Saldremos dentro de dos horas para volver por el camino que trajimos - adelanta en su oficio-. Mi ánimo es tomar un punto fuerte en la provincia, en donde pueda fortificarse hasta mejor tiempo, y hasta observar el resultado de las medidas que medito, para que se ilustren estos habitantes acerca de la causa de la libertad que hoy miran como un veneno mortífero, todas las clases y todos los estados de la sociedad paraguaya”.

J.M. de Rosas - L.Castagnino
El gobernador Velazco se refugia en la cordillera de los Naranjos y el mayor de la Cuesta llega hasta Asunción a dar parte de la derrota, mientras los criollos Cavañas y Gamarra, se quedan dueños del campo y de la victoria.

En Asunción, ante la mala noticia que trae Juan de la Cuesta, la población corre a los carteles para armarse en defensa de su tierra, mientras los españoles se dirigen a 17 buques que parten para Montevideo con familias y pertenencias. La bronca contra los realistas es grande. El gobernador Velazco ensaya una defensa que no le será suficiente:

“Yo me hallaba en división del coronel Gracia cuando se rompió el fuego, y habiendo observado que flaqueba, quise pasar a la de Cavañas, pero una partida de facinerosos como en numero de 50, al mando de Don Ramón Espíndola, se dirigieron con la mayor rapidez a sorprenderme en la capilla de Paraguarí, donde me consideraban; me vi cortado por dicha partida y sin duda hubiera sido víctima de su bárbaro furor, a no haber echado pie a tierra los granaderos de mi escolta que los hicieron retroceder, y la fidelidad de sin igual de estos Provincianos, que ocultaron el punto en que me hallaba”.

En la batalla de Paraguarí, los derrotados son dos : las tropas porteñas y los jefe realistas. La derrota porteña y las actitudes realistas, tendrán un consecuencia trascendente: el poder realista pierde prestigio, y los criollos paraguayos se sienten dueños de su destino. Ya nada será igual, y en pocos meses más el gobierno realista termina en Asunción. Por su parte Belgrano, que pensaba tomar Paraguay con un piquete de hombres, se encuentra con un ejército entero vencido y en retirada desde el medio de un país extraño, y con el Paraná por delante.

Leonardo Castagnino

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Fuentes:

- Julio César Chávez. Relaciones entre Buenos Aires y Paraguay.
- www.lagazeta.com.ar


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Fuente: www.lagazeta.com.ar



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