Cintillo punzó - (ver:Las banderas de Rosas)


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FRANCESES Y EMIGRADOS UNITARIOS
                          



El Restaurador J.M.de Rosas (01) La defensa nacional – El Gran Americano
(02) La traición unitaria
(03) Los trapitos al sol
(04) Fuentes
(05) Artículos relacionados

La defensa nacional – El Gran Americano

El gobierno de Rosas, de neto corte nacional, actuó con mano firme en defensa del territorio, la soberanía, la dignidad y el honor nacional, trascendiendo incluso las fronteras de America, y llamado "Restaurador de las Leyes" y “el Gran Americano” de América.

En 1847 desde Chile, Juan Bautista Alberdi publica “La Republica Argentina luego de 37 años después de la revolución de Mayo” donde dice ...”Rosas es un mal y un remedio a la vez”… “Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Buenos Aires “….”el nombre de Washington es adorado en el mundo, pero no más conocido”….”los Estados Unidos, a pesar de su celeridad, no tienen hoy un hombre público más expectable que el General Rosas” ...”se habla de él popularmente de un cabo al otro de América”…”no hay lugar en el mundo donde se ignore su nombre....”porque no hay uno a donde no llegue la prensa inglesa y francésa que hace diez años lo repiten día por día”... ”que orador, que escritor célebre del siglo XIX no le ha nombrado, no ha hablado de él muchas veces? Guizot, Thiers, O´Connell, Lamartine, Palmerston, Aberdeen. ¿Cuál es la celeridad parlamentaria de esta época que no se haya ocupado de él”... A pesar de ser un adversario político de Rosas, dice honestamente ...”Si se pidiesen títulos de Rosas a la nacionalidad argentina, yo contribuiría con un sacrificio no pequeño al logro de su rescate”...”El primer partido de América que haya repelido a los estados de Europa, es el de Rosas”

El periódico brasileño “O Sentinella da Monarchia”, del día 17de 1845, se expresaba así: “Sean cuales fueran las faltas de este hombre extraordinario, nadie ve en él sino al ilustre defensor de la causa americana, el grande hombre de América, sea que triunfe o que sucumba”.

Por su parte “O Brado de Amazonas” (De Río de Janeiro, el 13 de diciembre de 1845) decía: “Triunfe la Confederación Argentina o acabe con honor, Rosas, a pesar del epíteto de déspota con que lo difaman, será reputado en la posteridad como el único jefe americano del sur que ha resistido intrépido las violentas agresiones de las dos naciones más poderosas del Viejo Mundo”.

El cónsul estadounidense Williams A. Harris, al despedirse de su legación ante la Confederación Argentina, decía:

“El General Rosas ocupa un vasto espacio, en el gran teatro de los negocios humanos. Su política y sus hechos, se han grabado hondamente en la atención del mundo. Sus bravos compatriotas, en la hora más infausta que registran las páginas de la historia de su país, fijaron en él la vista que los auxiliase, y lo aclamaron para que los aconsejase y dirigiese”. “Con recursos de saber y patriotismo a la altura de las circunstancias, se puso a su frente. Con su genio y su energía estableció el orden, en medio del caos, y la seguridad y sosiego, en medio de la confusión y la anarquía. Sus esfuerzos para establecer y sostener el gran sistema Federal, identificaron su nombre para siempre con esa importante medida, formando uno de los más firmes cimientos sobre los que reposará en los tiempos venideros. Con entereza más que romana, ha sostenido y defendido los derechos soberanos de su país, contra la agresión extranjera, hasta que esos derechos fueron honorablemente reconocidos y asegurados. El haber hecho esto con éxito feliz, es gloria bastante para un solo hombre. La historia imparcial no dejará de consignar fielmente los grandes hechos de su vida, tan llena de acontecimientos extraordinarios. La posteridad juzgará de de ellos por sus exitosos resultados, por las imponentes dificultades de los tiempos en que su protagonista se vio colocado; con justicia y veracidad inscribirá su nombre muy alto en a lista de aquellos grandes hombres que han quedado inmortalizados en la ancha e imperecedera página de la historia del mundo”

Por su parte el escritor Canadiense H.S.Ferns, radicado en Londres, espresa en su libro “Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX” (p.222)

"El régimen del general Rosas no se presentó de pronto al mundo para que se lo admirara o se lo vilipendiara, según el gusto o los intereses, ni asumió repentinamente un carácter definitivo, que lo distinguiera de sus predecesores y de sus sucesores. Surgió lentamente y su carácter se fue formando en gran medida respondiendo a las circunstancias y por designio del personaje que le dio nombre. Como fue durante muchos años la figura central de una controversia política, hasta el punto que terminó por convertirse casi en una figura simbólica. Rosas parecía asumir un carácter moral único. Para el estudioso de las actividades ordinarias de su gobierno, realizadas mes a mes y año a año, su política no presenta contraste de blanco o negro. Cuando dijimos que el general Rosas defendió con ahínco la independencia de la República Argentina, resistiendo a la intervención extranjera y la independencia de la provincia de Buenos Aires dentro de la Confederación de provincias argentinas, dijimos todo lo que puede decirse sobre sus principios. Todo lo demás era cuestión de oportunidad y acomodación de desarrollo y de presiones ejercidas primero y en un punto y luego en otro. Esto acaso explique los repetidos fracasos de sus enemigos, ya que ellos siempre tendieron a juzgarlo por sus declaraciones mas extremas y sus peores actos, lo cual les impidió apreciar sus condiciones para las negociaciones sagaces y solapadas." Leopoldo Lugones: “Batiéndose - ambidiestro formidable – con un brazo contra la traición que ponía en venta la propia tierra...y con el otro contra la invasión que venia a saquear en tierra extraña, echó a la tempestad riendas de hierro que manejó con sus puños de gran jinete de pueblos y de potros. Y por segunda vez se salvó ¡La independencia de América!" (Leopoldo Lugones, refiriéndose a Rosas en el artículo “EL SABLE”. Publicado en el periódico “El Tiempo” el 16 de octubre de 1897)

D.F.Sarmiento
“Rosas... llegó un momento en que dominó por completo el escenario del país y su acción trascendió los límites de Argentina... Rosas tuvo amigos entre gente importante y entre los humildes. Mas su prestigio como hombre lo afirmó en estos últimos; entre los importantes se incubaron sus enemigos... A los personajes federales del interior, los envolvió en una trama amistosa tan fuerte y sutil que sin su conocimiento haría inexplicable la acción política desplegada. Con Estanislao López y Juan Facundo Quiroga estructuró la confederación a partir de 1831 sobre la base de un íntimo entendimiento... En la correspondencia sostenida con uno y otro y los respectivos actos de conducta aparenta dos ecuaciones personales diferentes fruto de una conciencia política proteiforme. Es un Príncipe Criollo”. Emilio Ravignani. Jurisconsulto, historiador y Profesor universitario. Uno de los creadores de la Nueva Escuela Histórica. Diputado de la Unión Cívica Radical desde 1936 por tres períodos. Testimonio extraído del libro de Fermín Chávez “La Vuelta de Don Juan Manuel”. Edit. Theoría. Bs. As. 1991.


La traición unitaria

La acción de Rosas fue permanentemente boicoteada por los unitarios, que recurrieron a la mentira, la infamia, la intriga, el boicot, los atentados, la traición y la ignominia. Ningún método fue descartado con tal de compartí “al tirano”, incluido la traición a la Patria actuando como “auxiliares” aliados al extranjero. Sarmiento lo hace desde Chile, y desde Montevideo lo harían, entre otros, Florencio y Juan Cruz Varela, Rivera Indarte, Esteban Echeverría, Salvador María del Carril y el propio Juan Bautista Alberdi, quien al final de su vida se arrepiente: “Yo fui enemigo, lo recuerdo con disgusto”.

Esta serie de traiciones para combatir “al tirano”, tenían su “justificación” ideológica:

Juan Bautista Alberdi
“¿Estará el deshonor, entonces, en ligarse al extranjero para batir al hermano? - preguntaba Alberdi el 29 de noviembre de 1838 – Sofisma miserable. Todo extranjero es hombre y todo hombre es nuestro hermano. La doctrina contraria es impía y bárbara. No es nuestro hermano un hombre porque ha nacido en la misma tierra que nosotros. Nosotros no somos hijos de la tierra sino de la humanidad. De lo contrario las bestias que han nacido en nuestro suelo serían nuestras hermanas” (Alberdi, Escritos póstumos)

“Para el provinciano la patria es su provincia. Para el nacional no hay hermanos ni semejantes fuera de sus fronteras. Y para los espíritus vastos y serios, que saben no estacionarse en el círculo estrecho de la nación, para los Rousseau, los Saint-Pierre, los Lerminier, los Bentham, los Saint-Simon, los Leroux, los Lamennais, la patria es la humanidad, el pueblo es el género humano” (Alberdi, Escritos póstumos)

A estos concepto de Alberdi y los emigrados, Lavalle los llamó “...un larguísimo artículo de sofismas y de una charlatanería oscura, llamando pobres y estúpidos a los que no piensen del mismo modo. Estos hombres conducidos por un interés propio mal entendido, quieren trastornar las leyes eternas del patriotismo, el honor y el buen sentido; pero confío – termina - en que toda la emigración preferirá que la revista la llame estúpida a que su patria la maldiga mañana con el dicho de vil traidora” (Carta de Lavalle a Chilavert)

Juan Lavalle
Pese a esta opinión de Lavalle, cedería luego al influjo del canto de las sirenas unitarias, traicionando su Patria como “auxiliar” de los franceses, invadiendo el territorio nacional con un “ejercito libertador”, transportado por la flota francesa.

La traición unitaria fue duramente calificada desde Francia por el Libertador; el 10 de junio de 1839, enterado del ataque francés apoyado por los unitarios desde Montevideo, le dice en carta directamente a Rosas:

“...esta conducta (la agresión francesa) puede atribuirse a un orgullo nacional, cuando puede ejercerse impunemente contra un estado débil...pero lo que no puedo concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su Patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española: una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer...” ( Rosas y San Martin )


Los trapitos al sol

Bartolomé Mitre En su polémica con Mitre por oposición de Alberdi a la Guerra del Paraguay, este último, atacado por Mitre en su patriotismo, le arrojó este certero dardo a la cara de Mitre, el antiguo artillero de Caseros: “Si al menos hubiera yo tomado una escarapela, una espada, una bandera de otro país, para hacer oposición al Gobierno del mío, como en Monte Caseros lo hizo otro Argentino contra Buenos Aires, con la escarapela Oriental, como oficial Oriental, bajo la bandera oriental y alienado con los soldados de brasil...”

De esta forma, Alberdi sacaba a luz las traiciones cometidas, y sus propias contradicciones.

"En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje” (Juan Bautista Alberdi. Escritos póstumos. Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas de Sudamérica. Buenos Aires. 1899)

Estas opiniones sobre el proceder traicionero del unitarismo, pueden ser tildadas de parciales o influenciadas por posiciones ideológicas, pero la opinión del parlamentario Lamartine nos libera de toda duda. Luego del levantamiento del bloqueo francés en el Río de la Plata tras del tratado Mackau-Arana, los emigrados de Montevideo acudieron al gobierno francés para que rechazara el tratado. El discurso de Lamartine ante el parlamento francés, deja en descubierto sin lugar a dudas el accionar de los agentes extranjeros y sus “auxiliares” unitarios, que con la excusa de “combatir al tirano”, defendían intereses extraños :

“Los subsidios eran para los agentes de insurrección que hacían la guerra; no con armas leales, sino con letras de cambio giradas por los cónsules de Montevideo, aceptadas por fuerza y desgraciadamente pagadas en París... ¿Es ésta la guerra de Francia, es la guerra de derecho de gentes, es la guerra que pueden confesar un gran pueblo y una política a la luz del día?

Es necesario que, una vez por todas, la Cámara sepa la verdad con respecto a esos odiosos cargos que llegan aquí, de nuestros compatriotas emigrados en países lejanos, y que tan frecuentemente arrastran a la guerra, a bloqueos, y a ruinosas e inicuas expediciones, al país que se deja seducir por puntillo de honra y por los sentimientos' los más generosos.

Es necesario para que la opinión pública, la prensa y la tribuna conciban cierta desconfianza de esos ecos de pasiones, y a veces de vergonzosos intereses.

Preguntad a todos nuestros Almirantes, a todos nuestros agentes, a todos nuestros viajeros ilustrados, si nuestros compatriotas residentes en el Oriente, en América, o en cualquier otra parte, hallan alguna vez que su país ha hecho lo bastante por ellos. (Cierto, cierto). No quiero hablar mal de esos hombres en general. Hay entre ellos comerciantes respetables, y pobres artesanos a quienes respeto, cuando van a otra parte a buscar trabajo y fortuna, ero generalmente hablando, si estos emigrados no son la hez de la nación, no todos ni siempre son lo selecto de ella.

Cada uno de estos hombres, que apenas sería advertido en su propio país, que sobrellevaría en él el peso de una legislación cien veces más severa que la que va a buscar, cuando se establece en el exterior piensa que ha llevado consigo a todo el país, y que las leyes, los tesoros, las escuadras y los ejércitos de Francia, deben emplearse exclusivamente en proteger sus privilegios, sus monopolios, y algunas veces, sus injustas pretensiones. Se mezclan en la prensa extranjera, adoptan sus pasiones, fomentan el fuego de la discordia civil en los países donde viven, y luego se quejan de que los quema. Si se les escuchara, nunca tendríamos un día de paz con nadie. (Aplausos).

Es necesario poner fin a todo esto; es necesario que los franceses que dejan voluntariamente su país, sepan que los 30.00.0.000 de verdaderos franceses, que viven, trabajan, obedecen y pelean por Francia, no se consideran obligados a pagar impuestos, a dar sus hijos, y a derramar su sangre, a voluntad de algunos agentes consulares, engreídos de su propia importancia, para favorecer a unos pocos centenares de individuos, que residen no sé donde, que no pagan nada, que no obedecen nuestras leyes, que no pelean por su país, y que solo se acuerdan que son franceses, cuando llega la necesidad de defenderlos, y las más de las veces por actos que no quiero clasificar”



Fuentes:

- Irazusta, Julio. Vida política de Juan Manuel de Rosas.t.III-p.359
- Castagnino Leonardo Juan Manuel de Rosas. La ley y el orden
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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