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DOMINGO CULLEN - (El ajuste de cuentas)
                          

Domingo Cullen    
Domingo Cullen

(01) Antecedentes
(02) Dos barras de grillos
(03) Carta a Pascual Echagüe
(04) Final de Cullen: Posta de Vergara
(05) Fuentes.
(06) Artículos relacionados.

Antededentes

Domingo Cullen, de nacionalidad española, nacido en las Islas Canarias, fue durante años ministro de Estanislao López, caudillo y gobernador de Santa Fe y amigo de Rosas Los manejos intrigantes de Cullen habían sido notados por la sagacidad de Rosas, al tal punto que se lo dijera a Estanislao López. Las sospechas quedarían confirmadas más tarde, cuando Domingo Cullen toma las riendas del gobierno, por delegación de Estanislao López, gravemente enfermo.

Entre las sospechas sobre Domingo Cullen, están las misteriosas visitas a Cullen por parte de uno de los hermanos Reinafé, de Córdoba, antes del asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco, como una forma de involucrar a Estanislao López en el complot de los Reinafé, situación extraña que Rosas le hace saber en carta a Estanislao López, y que éste reconoce como parte de una intriga en su contra, tal como se lo expresa en carta a Rosas.

Hacia 1838-1840, la Confederación se encontraba en un momento delicado, y la gobernabilidad de Rosas amenazada por intrigas internas y externas, y al agresión de potencias extranjeras. La guerra con la Confederación-Peruano Boliviana, no se resolvía; los franceses, con falsos argumentos bloqueaban el Río de La Plata; los emigrados unitarios intrigaban de desde Chile y la Banda Oriental, buscando la intervención de las potencias extranjeras; el imperio de Brasil miraba a Rosas con desconfianza; Lavalle invadía la Confederación como auxiliar de los franceses y esperanzado conspiración de Maza y el levantamiento de los hacendados del sur de la provincia de Bs.As.; Fructuoso Rivera le declaraba la guerra a Rosas e intrigaba en Corrientes con Berón de Astrada, con Lavalle, con los franceses y con los "auxiliares" unitarios.

En esta complicada situación, Domingo Cullen, a cargo del gobierno, intrigaba con el Mariscal Santa Cruz a riesgo de segregar las provincias del norte a favor de la Confederación Peruano Boliviana, y con Berón de Astrada y Fructuoso Rivera a riesgo de separar la región mesopotámica.

Rosas no se asusta; mantiene la calma y la cabeza despejada, y con la tenacidad de siempre trabaja y resuelve uno a uno cada caso. Santa Cruz terminaría en Yungay, Berón de Astrada en Pago Largo, Lavalle terminaría tomado por el rabo en Quebracho Herrado, el pradejón Rivera en Arroyo Grande, los Reinafé descubiertos por la sagacidad de Rosas, llevados a juicio y fusilados en plaza de la Victoria y los franceses en el tratado Mackau-Arana; también le llegaría el turno a Domingo Cullen en Arroyo del Medio.

Estanislao López.    

biografia de Lopez

Tras la muerte de Estanislao López, le sucede Domingo Cullen, pero un levantamiento por parte de Juan Pablo López, hermano de Estanislao, lo desplaza del gobierno, siendo remplazado por Juan Pablo López. Cullen se refugia en Córdoba, pero Rosas le sigue el rastro y Cullen se refugia bajo el ala del cadillo de Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, y con quien tenía buena relación desde que fuera ministro de Santa Fe.

Pero Rosas no le pierde el rastro, y pide a su colega de Santiago la extradición de Cullen.

Sobre la actuación de Rosas al respecto, dice el historiador santafesino Cervera:

"Rosas pudo mandar aprisionar a Cullen desde el primer momento en que huyó de Santa Fe; sólo cuando tuvo contra él datos ciertos de su defección, y actuación revolucionaria peligrosa para el prestigio del gobernador de Buenos Aires y paz interna del país... escribía a los gobernadores de Córdoba y Santiago, previniéndoles sobre los procederes de Cullen y la necesidad de entregarlo". (Manuel Cervera. Historia de Santa Fe.t.II.p791)

En efecto, la primera circular del gobierno bonaerense a las provincias a 30 de octubre de 1838 pidiendo la extradición de Cullen, era para que respondiese a los cargos formulados contra él por Pascual Echagüe y Juan Pablo López. La acusación de connivencia con los franceses había sido sabida por una confidencia de Roger al cónsul inglés en Montevideo, a 11 de octubre de 1838, y quedaría probada por una carta de Rivera a Cullen del 24 de enero de 1838, interceptada por Rosas.

JUAN MANUEL DE ROSAS. La ley y el orden

La Gaceta Mercantil había publicado este último documento, cinco días antes, cuando Rosas escribió a Ibarra esta notable carta:


Dos barras de grillos

Buenos Aires, Abril 15 de 1839.

Señor D. Felipe Ibarra

Mi querido amigo:

Nuestro amigo el señor D. ' Juan Pablo López, Gobernador de Santa Fé, ha tenido a bien poner en mi conocimiento la carta que Vd. le escribió, datada a 16 de Diciembre, excusándose de no entregar a Cullen, y de no contestar a la nota oficial de su reclamación, que aquel dirigió a Vd. con fecha 12 de Octubre último, manifestando Vd. los motivos que le impulsaban a uno y otro, y como a mí tampoco me ha contestado Vd. es ya de mi estricta obligación, en un asunto tan grave, después de los sucesos que han tenido lugar, hablar a Vd. con toda claridad, con la franqueza de nuestra amistad y según me lo prescriben y demandan los deberes imprescindibles de mi posición, en un asunto que ciertamente es de muchísima gravedad por sus funestas consecuencias para esos pueblos y para el crédito de nuestra confederación. Y este es el motivo, que me mueve a hablar a Vd. sobre él en esta carta por separado.

Hay pasos mi apreciado amigo, en todo el que manda, que son muy dolorosos a un corazón sensible pero que al hombre público en el puesto de Vd., le es preciso darlos en obsequio del honor del país, de su libertad, tranquilidad, orden general de la justicia, y en cumplimiento de sus más solemnes compromisos, so pena de tener que someterse, a males mucho más dolorosos y desastrosos que el que se quiere evitar.

El Gobierno Encargado de las Relaciones Exteriores no pudiendo prescindir del deber que le incumbe en tan grave negocio, ni separarse de la línea de conducta en que se halla colocado, exige de Vd. el cumplimiento de una obligación, que es vital al crédito, dignidad y orden general de la República. El de Buenos Aires, el de Entre Ríos y otros de la Confederación se adhieren al de Santa Fé que usando de su derecho, y en ejercicio de un deber imprescindible exigen del Gobierno de Santiago el cumplimiento de una obligación, que ha sido solemnemente establecida por el artículo 79 del tratado, celebrado en Santa Fe, el 4 de enero de 1831, tratado que es toda la base y fundamento de la Confederación Argentina, y que si llega alguna vez a faltar, quedará la República sepultada en el profundo caos de la más espantosa anarquía.

El Gobierno do Santa Fé reclama el cumplimiento de un artículo que fue el que más ocupó, la atención de los Representantes que la dictaron, sancionaron y estipularon. El señor López reclama el cumplimiento de un artículo que después de tener en favor de la importancia lo que llevo expuesto, cuenta en su apoyo la experiencia que hemos adquirido de su necesidad. Sin él ¿qué habría sido la causa federal? ¿Qué intrigas, qué enredos, qué maniobras no habrían puesto en acción los Unitarios? Y no pudiendo ser reclamados los delincuentes, ni entregados por los Gobiernos en cuyo territorio se asilasen ¿cómo se les habría podido contener? ¿No vemos los inmensos males que han causado a la República los asilados en Bolivia y Estado Oriental del Uruguay, y los que nos están causando aún los que se hallan en Montevideo? ¿Pues cuanto mayores no habrían sido y serían si hubiesen podido y pudieren correr de una a otra de nuestras Provincias sin temor de ser entregados a la autoridad en cuyo territorio hubiesen cometido y cometiesen sus crímenes?

La negativa a esta reclamación en las presentes circunstancias sería el más funesto escándalo para toda la República, sería uno de los más grandes triunfos que deberían celebrar los Unitarios y franceses; sería un ejemplar el más fecundo en fatales consecuencias para la unión de los Gobiernos Confederados y tranquilidad de la República por que cada Gobierno por afecciones propias u hostilizado de empeños con cualquiera razón por insuficiente que fuese, alentaría a los Unitarios y revoltosos; causaría mortales disidencias entre los Gobernantes, y la Federación, y los Federales vendríamos a ser el ludibrio de todo el mundo.

Es esto tan cierto y positivo que la sola permanencia de Cullen en esa Provincia, sabiendo que había sido reclamada su persona por los Gobiernos enunciados, ha sido bastante para que los Unitarios hagan creer a los suyos, a los Franceses, y a muchísimos Federales, que Vd. estaba en disidencia con este Gobierno y absolutamente engañado y comprado por ellos, que Cullen era quien dirigía la marcha y la de los Gobiernos de Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy; que desde ahí se promovía por Vd. y Cullen la rebelión en las provincias de Córdoba y Santa Fé, invocando al bando Unitario y la liga con sus aliados. Se lo dije a Vd. en mi anterior con toda la franqueza necesaria, y ahora se lo repito, porque a pesar de ser una cosa tan notoria, tal vez no habrá habido quien la ponga en su noticia, siendo como es una de las grandes desgracias, que suelen tener los que gobiernan, que todos les ocultan lo que les daña y más les importa saber en lo que toca al bien del país y crédito de su persona.

Las razones que ha expuesto Vd. al señor López en su precitada carta, son sensibles, pero no pueden pasar de ahí. Los Reynafés formaban cuatro familias, eran federales, habían hecho muchos servicios y corrido grandes riesgos en la guerra de la Federación contra el General Paz y Unitarios que lo seguían; habían merecido la confianza y amistad del señor López, la mía y la de muchos gobernantes de las Provincias confederadas; mas esto no les sirvió de títulos para no ser llamados a juicio ante la ley, y para no ser castigados como merecían por el atentado horroroso cometido en Barranco Yaco; y por cierto que este atentado, sin embargo de haber sido muy grave no se acerca, ni con mucho al crimen positivo de que es acusado Cullen, no por indicios, ni conjeturas, sino por las correspondencias originales, cuya porción de documentos fehacientes, existe en mi poder. Algo se ha publicado ya, pero lo principal queda reservado para su tiempo.

Lea Vd. con atención detenida lo que a este respecto se ha escrito, y publicado en los diarios de esta ciudad, y se convencerá de quien es Cullen; ahí notará Vd. que lo conozco ha muchos años; que varias veces denuncié su perfidia a nuestro ilustre finado amigo; que el tal Cullen lo miraba a Vd. como a su siervo, que hablaba de Vd. y de su digno ministro con insolencia inmunda; y por último que todo su objeto, como esclavo comprado de las logias que agitan a Europa y tienen en convulsión la América, era incendiar la República, encubierto con la capa de Federal amante de su felicidad. Estos documentos originales y otros aún más importantes existen en mi poder.

Hay indicios de haber sido el autor de la enfermedad del señor López, por haberlo envenenado gradualmente, y ahora siguiéndole los pasos, voy a probarle también públicamente en los mismos periódicos que hay indicios muy vehementes de haber sido uno de los autores del asesinato de nuestro ilustre amigo el General Quiroga, y que actualmente está traicionando a Vd. del modo más pérfido y espantoso, puesto que a pesar del asilo y protección que Vd. le ha dispensado, ha transado y llevado a ejecución las rebeliones que han tenido lugar en Córdoba, Santa Fe, etc., las maniobras de Catamarca, la ida de Pedro N. Rodríguez ,allí con pasaporte de usted, la política de los nuevos gobiernos de Tucumán y Salta, y todo lo demás funesto al sosiego y crédito del país que ha tenido lugar, sin que basten a contenerlo, ni los ejemplos que se le han opuesto, ni los triunfos que se han sucedido, ni el punto de vista en que a usted lo ha colocado.

Los documentos fehacientes que comprueban todo esto están también en mi poder, y de ello no debe usted dudar ni un solo momento desde que yo se lo aseguro. Y crea usted que esto lo sabía yo aún antes de la rebelión que tuvo lugar en algunos miserables a quienes logró también engañar en la provincia de Córdoba, y que no habría sucedido así, si nuestro compañero don Manuel López se hubiese penetrado de este enorme atentado, y ahorcado a unos cuantos unitarios de capote,, como el tal Rodríguez, que llevaban adelante las maniobras de Cullen. Así es que en carta fecha 24 de febrero y 2 de marzo, le dije: "No ha debido usted extrañar mi silencio en una época en que no puedo dar abasto en el despacho, ni aún a los asuntos más vitales; y mucho más cuando mi corazón dolorido desde la irreparable pérdida de mi amante compañera, me tiene tan justamente atormentado. El movimiento que ha tenido lugar en el punto que me expresa, según me comunica usted en sus dos últimas, es obra de las maniobras de Cullen a consecuencia del bloqueo del puerto del Paraná, y de la disposición que dice tiene el cabecilla Rivera al invadir el Entre Ríos. Por el Presente correo escribo sobre el tal malvado Cullen al compañero Ibarra, que sin duda aún no lo conoce, ni. el mal que causa a la tranquilidad de la República su conservación en Santiago a su lado. Sobre dicho motín ya digo a usted de oficio, que además de haber marchado de ésta un escuadrón de línea a incorporarse al amigo don Juan Pablo López, le remito a usted en toda precaución adjunto un oficio, para que, si fuese necesario, baje a incorporársele el cuerpo de auxiliares que está en San Luis. El compañero Ibarra parece que no está dispuesto a entregar al traidor gallego facineroso Cullen; pues ha escrito al señor L6pez, actual gobernador de Santa Fe, que sin desconocer las razones en que fundamos nuestro reclamo, se ve en la necesidad de salvarlo, manteniéndolo a su lado en estado de completa nulidad. Si esto es así, y el señor Ibarra después de recibir mi correspondencia insiste en lo mismo, la permanencia del tal Cullen allí, en el estado actual de aquellos pueblos con las nuevas administraciones, los envolverá sin duda ninguna y pronto, en la anarquía más asoladora y espantosa, derramándose en porciones la sangre de sus hijos".

Juan Manuel de Rosas Usted funda su recomendación en que Cullen fue compañero y colaborador del gran López, y depositario de sus confianzas, en lo que padece mucha equivocación, por no estar en ciertas interioridades reservadas que no se trascendían en el público. Usted sabe que el señor López no era hombre de papeles, y que no tenía en Santa Fe, fuera del señor Echagüe, hombre de bufete de quien pudiese confiarse para el despacho de su ministerio. Esto le obligó a llamar a Cullen, porque sin embargo, de que le conocía, y de que sabía que era mirado en Montevideo y aquí por un cachafaz, sin crédito ni reputación que le diese alguna respetabilidad, confiaba en qué su vigilancia y la mía, y sobre todo, el temor que nuestros respetos le infundirían, serían un freno que lo contuviese de cometer cualquier felonía. Apercibido yo de todas estas razones, procuraba darle toda la importancia posible, haciendo figurar en esto los justos respetos a que de mi parte era acreedor el señor López; pero nunca perdía de vista sus pasos, y cuando no eran en la dirección que debía llevar, le salía al encuentro.

Entretanto, este hombre funesto no cesaba de hacernos la guerra, y traicionar al señor López, al señor Echagüe y a mí, en cuanto podía. Para calmar las disensiones ocurridas en el Entre Ríos el año 31, le propuso un plan de asesinato al señor Rojas, enviado de este gobierno cerca del de Santa Fe, cuyo plan fue repulsado con asco y una seria increpación por dicho señor.

Cuando dicho comisionado estaba en Santa Fe, trabajaba incesantemente en crear prevenciones contra él, lo que conocido por el señor López, fue motivo para que algún tiempo tuviese algo alejado de sí al tal Cullen.

Cuando se celebró allí el tratado de 4 de enero de dicho año, la copia que mandó ratificada para este gobierno, venía exacta; y, las otras dos, en que este gobierno debía poner su ratificación, venían variadas en el contexto de algunos artículos sobre puntos sustanciales que habían sido discutidos con especialidad; y sin embargo, de que esta variedad fue salvada por explicaciones puestas en los dos ejemplares al tiempo de extender la ratificación, siempre hubo algún encuentro entre los dos gobiernos delegados de ésta y aquella provincia, que yo procuré deshacer.

Cuándo don Pedro Ferré, gobernador de Corrientes entonces, pasó a este gobierno con fecha 22 de junio del año 32, el célebre oficio de torpes insultos y desvergüenzas, que no fue contestado, y se publicó en un cuaderno con varias impugnaciones publicadas en los periódicos de esta ciudad, y con los documentos concernientes, al caso, el bribón Cullen, tan lejos de acomodarse a la conducta que observó el señor López, por necesaria consecuencia de nuestra amistad, se estrechó más en relaciones íntimas con Ferré.

Cuando en tiempo del gobierno de don Juan Ramón Balcarce los unitarios se quisieron alzar con la patria, persiguiéndome a mí y a todo el que era verdaderamente federal, bajó a ésta, estando yo en la expedición al desierto, paró en casa del ex canónigo don Pedro Pablo Vidal, uno de los más revoltosos unitarios, ridiculizó cuanto pudo mi empresa, lisonjeó con esperanzas a los sublevados aspirantes, les sacó por este medio cuanto les quiso pedir, y se fue después festejando las desgracias del país.

Cuando se estaba tramando el espantoso asesinato del señor Quiroga, el señor Pancho Reinafé bajaba a cada paso a Santa Fe, y se le hacía creer al señor López que venía a hablar sobre una tropa de ganado que el gobierno de Santa Fe le había encargado comprase a una señora de Córdoba, y a la sombra de estos viajes los Reinafé hacían correr después por todas partes en las provincias, que aquel asesinato había de quedar callado, porque había sido hecho por inteligencia con el señor López. Así fue que, avisado este señor por mí de la voz que se procuraba hacer correr por todas partes, y que también corría en esta capital, dando por fundamento los expresados viajes de Francisco Reinafé, me contestó que los viajes habían sido ciertos, que él los extrañaba por inútiles y sin objeto que los reclamase, y que por mi aviso venía a conocer el fin maligno, con que se había hecho.

Yo, al momento me apercibí de que en esta parte nuestro compañero el señor López había sido traicionado por Cullen; pero me callé porque así convenía en aquella ocasión, y afiancé mi juicio, primero, cuando vi que habiéndose usted entonces expedido tan dignamente en términos que le harán a usted, y el señor Gondra eterno honor, Cullen le hizo firmar al señor López la carta de reprobación que a usted escribió, llamándole al mismo tiempo a la unión con los Reinafé, carta sobre la, que llamé la atención del señor López, tan luego como llegó a mis manos.

Segundo, cuando leí la nota que el mismo Cullen hizo también firmar al señor López, avisando a Reinafé el recibo del oficio con que le remitía el sumario falso que formaron.

Tercero, cuando habiendo el tal unitario Pedro N. Rodríguez sido colocado de gobernador por los Reinafé y demás unitarios de Córdoba, Cullen hizo firmar al señor López una carta para mí en, que lo elogiaba como el más aparente, y que habiéndole yo contestado en el sentido absolutamente disconforme, convino conmigo el señor López" como en todo lo anterior indicado, sin duda porque se penetró de los manejos de Cullen.

Cuarto, porque cuando se escapó el Pancho Reinafé, se vino sin detenerse un instante al Rosario, en donde encontró ya preparado el lanchón que salió conduciéndolo a la Banda Oriental. Y cuando siendo tan fácil descubrir quién habría preparado dicho lanchón, y habiendo yo pedido esa indagación al señor López, nada se hizo, ni se me habló después de este asunto. Todo a consecuencia de las asquerosas, feroces maniobras de Cullen.

Cuando el ex canónigo Vidal emigró de aquí a Montevideo, conservó con él, como siempre, la más estrecha amistad y relación, y por el Rosario introdujo aquél a todas las provincias el impreso incendiario que usted recordará. Como me fuese remitido por todos los gobiernos sin dejarlo correr, y varios de ellos me hubiesen noticiado con datos ciertos por dónde y cómo había sido introducido, no le quedó más arbitrio que el esclarecer el hecho y publicarlo, haciendo ver que castigaba al agente de esta introducción, pero de un modo que no pasó de puro aparato. Entretanto, prohibida en todas las provincias toda clase de comunicación con dicho Vidal, él siguió sus relaciones con él como siempre.

Cuando estuvo el mismo inmundo Cullen la última vez en esta ciudad, su conducta fue la más insolente, atrevida y anárquica. Se puso en relaciones por escrito con los agentes franceses, después de declarado el bloqueo y a ocultas de este gobierno, contra cuya marcha política echaba pestes, diciendo a los unitarios, a cuyo bando han pertenecido siempre todos sus amigos, que ya el señor López estaba aburrido hasta lo sumo conmigo, y que él arreglaría pronto todas estas cosas. Y entretanto que no perdía oportunidad de cometer ésta y otras maldades para anarquizar el país, no cesó un solo momento desde que nuestro compañero el señor Echagüe fue encargado de mandar la Provincia de Entre Ríos, de calentarle la cabeza al señor López contra aquel benemérito argentino fraguando chismes y cuentos, y haciendo que el señor López ser expresase contra él con dicterios los más irritantes; así fue que por más que trabajé siempre en reconciliarlos y por más que el señor Echagüe se presentó siempre deferente a cortar estas desavenencias y disgustos, porque respetaba mucho al señor López, y se complacía de su amistad, jamás pude arribar al logro de tan importante objeto, porque el tal hombre malvado Cullen estaba atizando a todas horas y en todos momentos el fuego de la discordia entre ambas personas.

J.M. de Rosas - L.Castagnino
He hecho a usted esta narración para que se persuada de que el salvaje unitario Cullen jamás fue amigo de nuestro ilustre finado compañero el señor López ni menos su compañero y colaborador. Fue siempre un logista, anarquista bribón, unitario y ambicioso por todos costados que andaba siempre estudiando como traicionarnos, y como anarquizar la República; pero que teníamos que tolerarlo en el puesto que ocupaba por las razones que he indicado, a usted, mas sin perderlo de vista para atajarle en todas sus intrigas y maquinaciones.

El tal Manuel Leiva es otro malvado unitario. A éste lo pilló el señor López ahora años en una revolución que le quiso hacer en Santa Fe, y por esto se veía de ambulante ocioso en aquella ciudad; pero por la misma escasez de hombres lo llamó después para oficial del ministerio, y cuando dicho señor vino a curarse a esta ciudad, lo trajo consigo como amanuense, sin embargo, de que conocía lo, malo que era. Bajo de este concepto, preguntándole yo al señor López, ¿por qué traía aquel hombre sabiendo lo que era? me contestó: lo traigo conmigo a ver si de este modo lo hacemos bueno. Me callé, por no perjudicar más su importante salud, ya muy.,'agravada entonces.

No me extiendo más porque ya va demasiado larga esta carta, y creo haber dicho a usted lo bastante para que. se penetre de la delicadeza y, grave trascendencia de este negocio; pues no puedo ni por un solo instante creer que usted quiera comprometer su honor y buen nombre tan justamente merecido, ni menos exponer el crédito de la causa federal, y la unión y tranquilidad de las provincias, por salvar a un malvado, desde que sepa lo que es y se penetre, como debe penetrarse, de los gravísimos males que causar a la República si no le remite inmediatamente bien asegurado con dos barras de grillos, y con la suficiente custodia, al gobierno encargado de las relaciones exteriores, o al de Santa Fe.

Reitero a usted mis íntimas expresiones de afecto; y deseando su mejor salud y acierto, cuando más le es necesario en la marcha de su administración, quedo suyo fino atento amigo.

Juan Manuel de Rosas.

Los contemporáneos de Cullen que habían esperado en su acción, no negaban sus intrigas y muy al contrario se las reconocían como un mérito.

Pascual Echagüe


Carta a Pascual Echagüe

Buenos Aires, abril 19 de 1839.

Señor don Pascual Echagüe.

Entre Ríos.

Mi querido amigo:

Supongo habrá usted recibido mis anteriores del seis y siete del presente. Ahora siento la mayor complacencia en reproducirle mis cordiales felicitaciones y en su persona a los jefes, oficiales y tropa del benemérito valiente ejército de su mando.

He recibido el estandarte, que tanto he apreciado, y por todo lo que le repito los sentimientos más íntimos de mi sincera gratitud. Estoy ocupado de contestar su apreciable nota oficial de parte de tan gloriosa jornada y de un decreto de premios honorable a usted y a ese virtuoso ejército. Se publicaron de ambas piezas bastantes ejemplares y los conducirá el general Garzón, que debe marchar sin falta dentro de tres días con algunos jefes y oficiales de Campana que han venido del Estado Oriental.

El teniente coronel portador conduce doscientos cincuenta onzas para entregar. a usted con destino a gastos de la guerra y 26 paquetes de impresos que conviene corran en Corrientes y Estado Oriental, porque en ellos se registra la continuación de la zurribanda a los traidores salvajes Cullén y Astrada y al feroz bando unitario. Por ello le mando bastantes ejemplares de cada número.

Los dos escuadrones deben ya haber pasado el Paraná o estar a verificarlo. El general Lavalleja marcha mañana sin falta y me asegura que dentro de cuatro días estará a la cabeza de ellos. Le he recomendado que así qué los alcance apure sus marchas.

Por acá todo sigue sin novedad. Yo vuelvo a felicitar a usted, al ejército y a la benemérita provincia de su mando por la ratificación que hemos recibido, por el, correo de Chile, de la conclusión de Santa Cruz. Se escapó por una casualidad de ser lanceado por sus míseros soldados, salvándose en una fragata inglesa. Así ha terminado, gracias a Dios nuestro Señor ese tirano funesto que se había levantado en medio de la América. Esta noticia sabe usted lo grandiosa que es por lo favorable a la libertad del continente americano, y lo gloriosa que es a los chilenos y argentinos, y a nosotros con la especial circunstancia de haber sido los primeros que nos hemos lanzado a declararle la guerra y publicar ante el mundo las razones en un manifiesto que tanto ilustrará la historia. Realza más el valor de estos heroicos sacrificios al considerar que el importante triunfo que usted ha conseguido sobre el ejército que comandaba Astrada ha sido sobre bayonetas y lanzas que combatían por la misma causa de aquel tirano; que el de Rivera, y el bloqueo están en el mismo caso y que nuestros esfuerzos continúan. ¿Qué más?

Las noticias que nos. trajo el paquete inglés continúan siendo favorables, como las anteriores. La Francia estaba muy agitada por los partidos y las prensas. El rey habla disuelto las cámaras por que no podía resistir la mayoría en contra del ministerio. Este golpe llama la atención.

En Montevideo siguen sin entenderse y Rivera muy desopinado.

Todos los que vienen dicen que se han separado los unitarios de Rivera y que unidos a los franceses tratan de operar por si solos y con independencia de aquél. Que por esto había venido Lavalle a Montevideo. Pero esto era antes de saber la noticia del triunfo dé usted sobre el ejército correntino y cuando creían que la conclusión de Santa Cruz era falsa. No se dice después lo que habrán acordado. Pero lo que parece indudable, porque todos lo aseguran, es que Rivera está dado al diablo contra todos ellos y contra los franceses, porque unos y otros lo han enloquecido queriéndolo gobernar y mandar sin pies ni cabeza, y que los mismos unitarios y los franceses están también dados al demonio contra Rivera por el modo cómo los ha engañado y el enredo y laberinto de desorden y confusión en que los ha colocado su política. En medio de esto no debemos olvidar que para nosotros todos son unos, pero que esta división y confusión en que los ha colocado la divina providencia nos es favorable.

Que Dios conceda a usted la mejor salud, acierto y ventura es el constante voto con que lo acompaño, como su afanísimo amigo y compañero.

Juan. Manuel de Rosas


Final de Cullen: Posta de Vergara

Después de Yungay Rosas decretó una amnistía que sería seguida por otra a raíz de Pago Largo. El 20 de abril dio al general Paz la ciudad por cárcel, cuando ya había acogido a Lamadrid, entre sus huéspedes habituales de Palermo. Observaba atentamente la conducta de Lavalle. Al saber que el héroe de Junín repugnaba secundar la acción francesa pudo pensar en atraérselo de algún modo. Asediado por Florencio Varela, Alberdi y demás jóvenes emigrados en el Uruguay, Lavalle se decidió por la alianza francesa. Desbaratada la conspiración murto Vicente y fusilado l cabecilla Ramón Maza, amnistiaba al resto.

El 4 de junio Ibarra había dicho a Cullen:

"Compadre, póngase un buen par de medias de lana, pues le voy a hacer poner en los pies dos barras de grillos para mandarlo a Buenos Aires". En carta de Gondra, le anunciaba a Rosas que pronto le mandaría "la encomienda".

El 7 de julio, Rosas le ecribia a su colega santafesino Juan Pablo López:

Juan Pablo López     Juan Pablo López

"Buenos Aires, julio 7 de 1839.

Señor don Juan Pablo López.

Santa Fe.

Mi apreciado compatriota:

Tengo el gusto de avisarle el recibo de sus apreciables, fechas a 21 de marzo, 5, 11, 13, 17, 19; y 30 de abril, 2 y 11 de mayo, 25 y 27 de junio último.

El señor Ibarra remitió, como usted sabe, al forajido unitario Cullen, y en esto ha hecho, un servicio de alta importancia a la República, y con especialidad a esa benemérita provincia, cuyo sosiego era imposible, mientras viviese semejante hombre logista, tan funesto como perverso. Como el proceso ya estaba publicado en lo que ha visto la luz en "La Gaceta" de esta ciudad, luego que supe que venía en marcha lo mandé fusilar donde fuese alcanzado, como se verificó. Entregó al coronel Ramos algunas prendas, con unos apuntes o cartas de que aún no he tenido tiempo de imponerme. Así que pueda, pasaré a Vd. un oficio, para que disponga de todo ello, y lo entregue a la señora viuda, o haga lo que guste. Este hombre feroz estaba haciendo a Vd. una guerra muy astuta. Cuando Vd. más generoso se portaba con los presos, yo sabía con documentos todas sus maniobras, y el horrendo asesinato que le proyectaba. El Alvarez, que he dejado en la cárcel, era uno de los instrumentos con quien se entendía y con todos los presos que Vd. mandó poner en libertad estaba en inteligencia últimamente. El único que me parece que no tiene neto pecado es Bayo. Ahí mismo tenía Vd. algunos hombrecitos de copete, de los que se llaman decentes, que estaban en completa inteligencia con él, trabajando en el sentido del exterminio de usted.

Puesto que ya no debe Vd. necesitar las copias de mis cartas al señor Ibarra, le he de estimar que el duplicado de ellas me lo mande, quedándose con el principal si quiere tenerlo en su poder.

(...)

Se me olvidaba decirle, que hacía también algún tiempo que yo sabía que los parricidas doctor Maza, y el hijo Ramón, comprados por el inmundo y asqueroso oro francés, trabajaban acordes con el salvaje unitario Cullen. Todos los federales a quienes vieron, y repartieron dinero, me lo comunicaron y entregaron. Al fin, habiendo ellos maliciado, llegó el caso de prender al hijo. Con esté golpe esta gente federal, que nadie les engaña en el celo de su santa causa, empezaron a gritar contra el padre. Esa noche le avanzaron y escalaron la casa en diversos grupos, buscándolo para degollarlo por traidor. Al amanecer circularon multitud de ejemplares de una representación de los mismos federales, en que usando del derecho de petición republicana, pedían a la Junta de Representantes su deposición, etc. Pero ni esto alcanzó: Tal era la... de los federales. Esa noche a las 7.30 fue asesinado en la misma casa de los representantes. Al hijo lo mandé fusilar al amanecer, Y se juntó su cadáver con el del padre porque los representantes, temiendo la irritación pública, lo mandaron esa misma noche al cementerio. As! acabaron trágicamente estos dos malvados; porque así castiga Dios una ferocidad sin cuento, y así solamente pudo quedar desagraviada. El plan era asesinarnos de sorpresa con los hombres que pudieran comprar y tener listos para el día que pensaban desembarcarse Lavalle con algunos franceses por algún punto de la costa de esta provincia. Este ahora ha salido ya de Montevideo y ha llegado con la cruzada, que será de doscientos o trescientos hombres, a Martín García. El objeto es el mismo: probar fortuna por acá, auxiliados de las tropas francesas. Este tal Lavalle, sin duda en cuenta de loco, con la cabeza perdida anda buscando su tumba en Navarro.

Deseando a Vd. la mejor salud y acierto, quedo suyo afectísimo atento amigo."

Juan Manuel de Rosas

Esta carta permite confirmar que pese a las facultades que tenía por la suma del poder, Rosas no ordenaba jamás una ejecución capital por mero afán sanguinario, como se lo acusa grotescamente, sino buscando un alto, propósito de vindicta pública. La actividad subversiva de Cullen lo constituía evidentemente en reo de alta traición.

Ramón Doll ha dicho comentando el caso que antes de lamentar la falta de juicio previo, habría que empezar por saber cuál sería el requerido por el gobierno "para castigar a un extranjero que hoy estuviera en connivencia con un país en guerra con los argentinos; con seguridad que no agotaría su paciencia durante más de un año, como lo hizo Rosas con Cullen desde mucho antes de ser colocado frente al pelotón de fusilamiento (el 21 de junio de 1839) en la Posta de Vergara".

Leonardo Castagnino

Copyright © La Gazeta Federal


Fuentes:

- Irasuzta, Julio. Vida política de Juan Manuel de Rosas.t.III.p.217-219
- Leonardo Castagnino Juan Manuel de Rosas. La ley y el orden
- Castagnino Leonardo Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- Obras citadas.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar



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- Sinopsis del confliecto franco-argentino de 1838
- Los auxiliares
- Traidores emigrados unitarios
- Domingo Cullen
- La mulita por el rabo (Lavalle)
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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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